viernes, 9 de noviembre de 2012

Cueva...

Ya está, no cabe duda, estoy dentro de la cueva, ya no tengo salida, aunque sinceramente, dudo que ahora mismo quiera encontrarla, la luz del sol me daña la vista, mis pupilas están ya demasiado acostumbradas a las lágrimas, que la claridad hace que se me cierren los ojos, pero para ver lo que hay que ver...

Sabía que no podía permanecer fuera de mi cueva demasiado tiempo, he intentando salir, caminar por la playa cercana y disfrutar de ella, incluso creía que el tacto de la arena calmaba mis sentidos y el oído del mar apaciguaba mi alma... pero todo ha sido inútil, con tantos sonidos sólo intentaba silenciar lo que lamentablemente gritaba dentro de mi, esa cruel realidad tarde o temprano iba a aparecer, diciéndome lo que ya sabía, que las cosas no iban a cambiar, los cuentos no están escritos para mí, da igual que los pida sólo para entretenerme, no hay quien me los lea, esa es la verdadera historia: Hay cuentos sin trovadores, sentimientos sin corazón que los reciba, un alma de nuevo engañada y una vida solitaria.

Puede que mi cueva no sea muy grande, pero tiene justo lo que necesito, oscuridad para desahogarme, para llorar, para ver como no puedo ilusionarme, y rendirme tras intentar luchar por lo imposible, podré curar mis heridas, que tardarán siglos en dejar de sangrar, y prometerme que jamás volveré a confiar en lo que haya fuera.


No hay comentarios: