viernes, 9 de abril de 2010

¿Dónde van las palabras?

El otro día acudieron a mi mente, sin saber por qué, una serie de frases que a lo largo de estos años he ido escuchando mucho, las típicas frases de apoyo, ánimo, pero sin duda, las más repetidas, eran aquellas que hacían promesas a largo plazo, los típicos "nunca te olvidaré" o "seremos amigos para siempre".

No digo que eso no exista en la realidad, pues seguro que hay personas que tienen esa realidad, pero para otras personas, esas promesas se convierten en una larga cadena de palabras que se lleva el viento, que no las asienta nunca, y que jamás echarán raíces, salvo las del triste recuerdo y la incógnita que nunca será resuelta, el por qué nunca esas palabras dieron frutos y no hicieron que la realidad de los segundos en los que se tardaron en ser pronunciadas se convirtiera en un futuro que ahora sería presente.

Intentando ordenar las ideas, me doy cuenta que siempre esperamos de los demás mas cosas de las que en realidad hacen, pero que el instinto de querer conservar a toda consta algo que tenemos, nubla la vista y hace que algunos pequeños detalles no los veamos en su momento, y aumenta la cobardía de tal forma, que no queremos decir nada que vaya a ofender a esa persona. Como se suele decir, gotita a gotita, llega un momento que el vaso se llena y se desborda, o la mecha de la bomba llega a su fin y explota, arrasando con todo lo que hay a su alrededor.

¿Quiénes son los culpables de esta situación? los que no llegan a hacer todo lo que consideramos que deberían hacer, o los que no han hablado a tiempo para quizás, con mucha anterioridad, bien arreglar las cosas, o bien zanjar una cosa que tarde o temprano se sabe que se va a destruir.

Ante estas extrañas situaciones, considero que lo mejor es saber permanecer en silencio, no prometer nada, no hacer alusión al futuro, pues nadie sabe a dónde van las palabras que después nunca se cumplen y se desvanecen en el aire como la llama de una vela, dejando un pequeño aliento de humo para después desaparecer para siempre, pero dejan una huella tan profunda, que ni el futuro muchas veces puede llegar a borrar.