lunes, 5 de agosto de 2013

La hipocresía

Cuando las cosas parecen ir bien, de repente, como un hachazo, la confianza que depositabas en una persona se ve rota, dejándote en una situación de choque de la que, al principio, no sabes cómo reaccionar, una mezcla de rabia y dolor van creciendo en tu interior, hasta que explotan todos esos sentimientos y te dejan en el vacío, sin más camino que recorrer, con todo destrozado, tanto el andado como el que estaba por delante...

Existen muchas formas de ser, pero quizás, la más odiosa, es la de los hipócritas, seres vacíos de conciencia, que se encargan de llenar su alma a consta de las de los demás, sin escrúpulos a la hora de manejar las cosas, sin sentir pena ni dolor por utilizar a las personas y desecharlas como si fuesen un periódico viejo o un pañuelo usado...

Dolor y rabia, mala combinación para intentar pensar, pues cuando las lágrimas se secan por el calor que desprende la rabia, ésta se ahoga en las lágrimas que vuelven a resurgir, de manera que nada está claro, excepto la certeza de que te ya estás en el camino sin nadie que te acompañe cuando has ayudado  a otros a caminar por ese mismo sendero y sabes que necesitas ayuda para seguir...

Todo se nubla, corazón, vista y movimientos, sólo miras al camino roto delante, y al borrado detrás, sin creer que pueda ser verdad que te hayan utilizado, engañado y ahora no vean el destrozo que han hecho con sus frías mentes y deseos de superioridad, ¿y todo para qué? ¿para conseguir algo? Si el mundo funciona a base de hipocresía, ¿quién dice la verdad? ¿en quién podemos confiar?

domingo, 4 de agosto de 2013

Sin salida

Como su propio nombre indica, los callejones sin salida, son, efectivamente, calles que no dan a ninguna parte, sólo a un duro muro contra el que te puedes estar dando una y otra vez, que no se romperá, ni siquiera conseguirás hacerle el más mínimo daño... Triste es ver la realidad, mirar al pasado y ver lo que ha sido y lo que se es ahora en el presente, cómo otros han vivido y yo sólo he visto como vivían, y ahora, sólo soy parte de la nada abrumadora.

Llegado al punto donde la esperanza de cambiar parecía algo lejano, ya todo se desvaneció, y esa esperanza, aquella que dicen que es lo último que se pierde, ya no está, con lo cuál ¿alguien sabe qué queda ahora? Ya no hay nada en lo que creer, nadie en quien confiar, y en ese oscuro callejón lentamente me ahogo entre lágrimas y gritos; Podría, en un amago de reunir las pocas fuerzas que me quedan, intentar salir fuera, pero ya lo he hecho varias veces, y sólo me ha servido para meterme en otro callejón más estrecho y oscuro...

Ya no existe la esperanza para un alma perdida, aquellos que condenados en vida sólo nos queda ver a la gente pasar a nuestro lado, sabiendo que nunca seremos parte de alguien, que el leve recuerdo de aquellos que nos hayan conocido nos irán poco a poco olvidando, seremos el susurro a extinguir, la brisa que sólo pasa una vez, y el invierno será eterno en nuestros corazones sin alma.

En un rincón me quedaré esperando a que las sombras se lleven lo poco que quede de humanidad en mi, y me conviertan en el espectro que ya prácticamente soy, para seguir vagando entre las calles invisible, sin derecho a sentir felicidad, alegría o amor, sólo sufrimiento, llanto y desesperación.