sábado, 14 de junio de 2014

Banda Sonora personalizada

Cada película tiene su propia música, melodías que la hacen inconfundible, y escuches donde la escuches, te recuerdan esa escena, acción o frase que la hizo tan conocida... Puede despertarte sensación de querer salir corriendo, acelerar un coche, mirar al cielo y ver las estrellas, besar a alguien, o despedirte de alguna manera original.

Eso desearía hacer yo, crear mi propia banda sonora, escuchar una música lenta cuando llore, o emotiva que me anime a mirar al cielo y buscar la luna, alguna canción pegadiza cuando voy andando por la calle, o misteriosa cuando pienso... Parece sencillo, es simplemente ir recolectando canciones, uniéndolas, buscando su sitio ideal para que encaje con mi forma de ser, pero no lo es.

Si cada persona hiciese lo mismo, fuera capaz de recopilar o crear la música que le defina, sería fácil conocerla, saber si en esos momentos está feliz, o triste... Somos lo que escuchamos, y escuchamos lo más parecido a nosotros, pero somos tan complejos, que creo que jamás tendríamos todas las canciones, siempre faltaría alguna, o no terminarían de definirnos, aunque sería una gran idea para al menos, poder expresarnos cuando las palabras no salen o son insuficientes.

Viento suave y lento, algunos acordes de piano, y vergonzosamente una guitarra, es la música que ahora me define, triste y llorosa, con sentimiento de culpa por haberme equivocado y saber que, quizás, no tenga solución mi error; no hay canción escrita ni notas todavía, no he encontrado la canción perfecta ni la banda sonora ideal que exprese cómo me siento, la situación y mi arrepentimiento, no soy diestra con los instrumentos y no sé nada de partituras, así que sólo será como un sueño en mi cabeza el poder realizar mi propia Banda Sonora. 


jueves, 20 de marzo de 2014

Gracias por nada

Gracias por hacerme creer que las cosas habían cambiado, que después de tanto tiempo había conseguir la normalidad y estabilidad que tanto ansiaba... Gracias por utilizarme, por hacerme creer un robot sin sentimientos, así sé cual es mi lugar... Gracias por fingir que me escuchas, para después darte la vuelta y hacerme sentir como si le hablara a una pared...

Desearía dar otras gracias, pero no puedo, el volver a creer en la humanidad ha hecho que ésta me vuelva a dar tan golpe, que ya sí que sé seguro que no puedo confiar en nada ni en nadie, ni siquiera en el papel que recoge mis palabras, en la pluma que escribe estas frases sin sentido, historia que nadie leerá, lágrimas que nunca mojarán otra cara, y sentimientos que nadie más sentirá...

Ya sí que sé cual es mi lugar, ser como un robot, hacer mi trabajo y tener prohibido el soñar, el sentir y el creer que puedo hacer cosas con otras personas, por lo que no sé a quien, quizás a mi misma persona le debo agradecer ser así, quizás me lo merezca, y tenga que darme las gracias por todo lo que me pasa, y sólo sea el castigo por intentar ser, al menos, una persona normal a la que le gustaría dar otro tipo de gracias.

sábado, 1 de marzo de 2014

Errores continuos...

La piedra no se mueve, se mantiene en el mismo sitio una vez, y otra vez, siempre la veo, pero entonces ¿por qué siempre me tropiezo con ella? Van pasando los años y ahí sigue, y yo sigo tropezando con ella. No sé porque insisto en seguir saliendo de la cueva, si cuando parece que las cosas van bien, de nuevo cometo los mismo errores y vuelvo a verme en la oscuridad…

Errores y errores, es todo lo que me rodea, da igual a donde me lleve el viento, que la maldición me sigue, es mi señal, tatuada en mi piel y en mis gestos, tatuaje de tinta invisible grabado a fuego, que se siente nada más aparezco, recordando mi maldición, haciéndome de nuevo sentir sola.

Siguen los errores, quizás el primero de todos es creer que puedo ser persona, que puedo hacer lo mismo que los demás, cuando no puedo, sólo estoy creada para hacer mi trabajo y ver cómo los demás disfrutan una felicidad que me ha sido arrebatada y prohibida, permitiéndome ver el mundo entre lágrimas, aliadas y enemigas, que caen sobre mi tatuaje, reviviendo mi maldición eternamente.

jueves, 20 de febrero de 2014

Días lluviosos

Van pasando los días , y lo que antes eran pequeñas gotas, ahora se han convertido en grandes charcos que lo inundan todo: Las calles, la arena, mi corazón… las nubes se agrupan estruendosas en el cielo, oscuras y preparadas para descargar sus lágrimas sobre la tierra, desean llorar, como yo, y quedarse sin nada en su interior; no les importa nada, sólo desean llorar y llorar, se sienten tristes, y el viento, celoso, también se impone, pues desea silbar su canción de despedida.

Sigue lloviendo, sobre mi cabeza sólo veo borrosamente un cielo gris a través de un paraguas transparente, lleno de gotas, no sé ni siquiera por qué miro al cielo, si allí no te voy a encontrar, pues en mitad de este mal tiempo, te has ido con tu compañera, espero que estéis las dos felices, saltando y ladrando, aunque tu despedida sólo ha servido para darme cuenta que, a igual que tú me importabas, yo no le importo a nadie.

Los charcos cada vez son más grandes, ya necesito botas de agua si no quiero mojarme, aunque da igual, un día de estos tiraré el paraguas y correré bajo la lluvia, lloraré con ella gritaré con sus truenos, y desde algún acantilado veré como cae incesante sobre el mar y la tierra, para después, de nuevo, acurrucarme en un rincón con una manta frente a algún fuego e intentar calentar un corazón helado, que se secará pero no volverá a latir ni a tener calor.

viernes, 31 de enero de 2014

Las despedidas

Nunca son agradables las despedidas, y aunque algunas son esperadas, nunca son deseadas. Me sorprendo al descubrir los sentimientos que despiertan los animales, y la pena que da cuando tienes que despedirte de ellos para siempre. Mi perra no es que fuera la mejor, pero era única y especial, ya no vendrá a despertarme por las mañanas, ni pedirá que la coja cada vez que me siente en el sofá, o se pondrá a olisquear la comida en la cocina… Era como un peluche pequeño, pero lleno de vitalidad, con mucho carácter, y a la vez tan cariñosa, siempre que estaba mal, ahí me miraba con sus ojitos redondos para que la cogiera.

Han sido muchos años de caricias, cada vez que coja un libro pensaré en ti, como pedías ponerte a mi lado, cuando coma recordaré como pedías, y como sin motivo me gustaba cogerte, rascarte la barriguita y la barbilla, y lo que me relajaba ver cómo dormías.

Ahora que te has ido te echo de menos, pero espero que estés donde estés, hagas lo que más te gustaba hacer: Dormir y jugar, y te estén constantemente rascando la barriguita, mi fiel amiga. Adiós.