sábado, 28 de marzo de 2009

La teoría convertida en realidad

La línea de investigación científica se puede aplicar perfectamente en la vida real, siguiendo las mismas pautas y elaborando una hipótesis, sobre la cual, se realizan los experimentos y se aplica la teoría, y se observa si se cumple o no la hipótesis, aplicando así el método científico tan bien conocido...
En la vida, muchas veces, tenemos que ser un investigador pasivo, un observador, sin llegar a intervenir para nada en la investigación, pues ese es nuestro experimento, saber qué pasa cuando no intervienes en la vida y te retiras a las sombras, pero mirando a tu alrededor, calculando cada silencio y anotando cada hecho, o la ausencia de los mismos.
Lo malo de realizar hipótesis es que muchas veces sabes que son realidad, pero llega un momento que decides aplicar todo el método para verificar que, efectivamente, la teoría que había en mente es una clara realidad, dura y fría como una piedra, capaz de herirte como la puñalada más mortal y romperte en mil pedazos dejando un vacío en el interior, tan profundo, que provoca un dolor tan grande que nada parece aliviarlo.
Cuando descubres a través de las sombras que el mundo sigue girando sin tí, que es como si solo hubiese sido un suspiro que ha pasado, piensas de verdad si ha podido de alguna manera olvidarte, te intentas mirar en un espejo, y sólo ves una mirada idiota que te hace sentir peor, pues has estado pendiente del mundo, y cuando no estás sobre él, se escapa de tus manos y ya no quiere saber más de tí...
Es doloroso ese vacío, esa extraña sensación que no se puede explicar con palabras pero las lágrimas reflejan empañando los ojos, da igual que haga sol o frío, da igual salir a la calle sin un paraguas, pues el vacío es tan grande que ni las gotas parecen mojarme, aunque a los cinco minutos esté empapada... voy por la calle como una sombra, sin hablar, parece un pacto con los fantasmas, que me hagan invisible para ver qué pasa a mi alrededor y sin poder intervenir, quizás así consiga hacerme de piedra o convertirme de verdad en alguien invisible, quizás cuando todo sea vacío, ya no sea capaz de sentir, pero por ahora, seguiré viendo a través de mis tinieblas, quien quiera hacer una visita que la haga, pero hasta que no termine mi teoría, no podré salir a la realidad sin que ésta me vuelva a herir con sus verdades que antes me negaba a ver, pese a estar ahí siempre.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Dulce oscuridad

No puedo decir cuándo empezó todo, la exactitud es tan despreciable que es una tontería hablar de ella, sólo puedo decir que poco a poco todo ha ido empezando, o mejor dicho, terminando... La tinta con la que parecía escribir mi vida se ha secado, la vela que me daba luz se ha apagado con una brisa que fue aumentando su fuerza hasta ser un huracán que ha arrasado con todo lo que había a su paso, lanzando todos los trozos contra mi pecho y rompiéndome como un cristal.
La peor de las pesadillas es aquella en la que intentas negar lo evidente, intentando crear otra realidad en la imaginación, pero cuando esa burbuja se rompe, te encuentras con todo aquello que veías a través de un cristal, y que creías que nunca iba a traspasar, pero estaba ya dentro, contigo, llenando el espacio hasta romperlo, y de algún modo lo sentías...
Hay ciertas cosas imposibles de describir, quizás el mismo miedo a confirmar la subjetividad y a ver de una vez como tienes que reducir tu mundo a una pequeña bola negra, porque la luz molesta, la creencia en la esperanza de que las cosas van a cambiar se ha disipado totalmente, y sólo me queda oscuridad alrededor, una dulce oscuridad que parece entenderme y expresar el vacío terrorífico que me golpea.
He estado a la luz, y ésta me ha hecho daño, me he dejado ver, y ha sido mi tortura, obligándome a ocultarme bajo un oscuro manto, indefensa frente al mundo, mirándolo desde fuera, y entrando en él lo justo para sobrevivir, cerrando las puertas a mi pequeña burbuja para poder llegar a mi meta sin que me destruyan más, pues cuando ya no te queda nada en el interior, y el cuerpo es sólo un triste muñeco que se pasea por la calle, cualquier cosa puede herirte más aún, abriendo las heridas que poco a poco se intentan cicatrizar...
Por ello, me intento desvanecer en la dulce oscuridad, que me arropa sin preguntar, aunque sea fría y silenciosa, pero no ofrece hostilidad, me permite estar a salvo, y continuar... algún día espero volver a abrir la ventana para que entre luz a mi pequeña burbuja, pero por ahora, prefiero seguir perdida entre las sombras.