domingo, 21 de julio de 2013

El dolor y las palabras

Es difícil hablar cuando no sabes las palabras, o las sabes y no las puedes decir porque el dolor te ahoga, te oprime de tal manera que no consigues ordenar nada de lo que tienes en la mente. Lamentablemente, aquel que dijo que hablar ayudaba no sabía lo que decía, o tuvo un golpe de suerte ese día y consiguió arreglar sus problemas, pero la realidad es otra, pues las personas opinan sin comprender, ofrecen sus vacías palabras sin ponerse en tu piel, consiguiendo el efecto contrario a lo que se supone que es ayudar, más bien, abren más la herida y ésta sangra aun más.

El dolor de ver que pides ayuda y que nadie es capaz de ofrecértela es peor que el dolor en sí que origina el problema, la sensación de soledad que te embarga es como si una tormenta de nieve te inundara de repente y no tuvieras abrigo para protegerte... Da igual que el sol más brillante esté luciendo fuera, que todo es oscuridad y tinieblas.

No sirve para nada hablar si no te entienden, las palabras parecen que carecen de valor, no se consigue que comprendan lo que pasa, y dan consejo sin sentir... Podrías estar en mitad de una calle abarrotada, que por más que grites, nadie te escuchará, aunque ya has gritado pidiendo ayuda y nadie te ha escuchado, sintiéndote en mitad de esa masa como el ser más insignificante del mundo, sin derecho a poder disfrutar, a obtener auxilio, a sentir... Todo sentimiento está prohibido, excepto el dolor y la desesperación, las lágrimas son las únicas que rozarán tus mejillas, y sabrás que los ilusos que ayudan a otros en sus batallas son los que después sufren y mueren en sus guerras...