domingo, 7 de agosto de 2011

La balanza...

En todas las culturas se conoce la balanza entre el bien y el mal, la buena y mala suerte, el yin-yan, hasta en la naturaleza se hace eco de dicho equilibrio entre la noche y el día, el agua y la tierra, el fuego y el hielo...

Dicha dualidad es incluso aplicable en la vida real, siendo cada cual consciente de los hechos, de manera que tras algún suceso alegre, irremediablemente, vendrá otro triste, pues nunca podemos confiar en que la diosa de la justicia nos ofrezca siempre la mano de la buena suerte sin pagar un precio, que a veces, en sí, es más costoso que lo obtenido, brindándonos como sólo ella sabe hacerlo, que es con la mala suerte, manteniendo siembre esa balanza equilibrada.

Cuesta creer que sea así, pero la realidad nos brinda dichos hechos todos los días, escuchándose muchas veces en las conversaciones habituales frases como "ahora estoy en racha" o por todo lo contrario "mejor no me hubiera levantado hoy", y es que es así, cuando ocurre algo que merece celebración, indudablemente y de manera casi sobrenatural, se desencadena una serie de acontecimientos que terminan en un hecho que proclama llorar y no celebrar tanto...

Lamentablemente, así es la naturaleza en toda su amplitud de circunstancias, y el equilibrio, esa ley no escrita e invisible, se adueña de cada ocasión, de manera que nos enseña que el pago por lo bueno es restarnos unas lágrimas de dolor, pues la propia alma no podrá estar en paz si no acaricia la rosa que se le ofrece sin pincharse con alguna de sus espinas...