Tic tac... el tiempo va pasando... tic tac... nunca se va a detener... tic tac, otro minuto ha pasado, otro segundo que jamás regresará, otro instante esfumado, otra hora perdida, sin poder recuperarla, pues ese reloj maldito no quiere dejar de hacer ruido, me mira de lejos y me sentencia con sus manecillas, recordándome que jamás se podrá retornar hacia atrás. Da igual que lo descuelgue, que intente arreglar cada una de sus oxidadas manecillas, y que espere a cambio el favor de volver hacia atrás el tiempo suficiente como para aprender a no sentir, a ser una piedra; no, en vez de eso, el continua haciendo su incansable ruido, tampoco tiene culpa, para eso fue creado, para marcar el imparable e inmortal tiempo, que nos recuerda cada día que nunca va a volver hacia atrás, pero tampoco puede decir el futuro.
Tic tac... daría cualquier cosa por parar ese ruido, por volverlo hacia atrás y cambiar tantas cosas, pero ya es imposible, y en el aire sólo se escucha el incesante tic tac...