domingo, 21 de febrero de 2010

El silencio y el tiempo

A veces me pregunto cómo es posible sentir el silencio entre cientos de voces hablando, gritando y riendo, en qué estado de concentración se puede llegar a encontrar la mente para suprimir un sentido básico, y hacer disminuir el ruido como si manipuláramos un control de volumen a nuestra voluntad.

No me considero una mente privilegiada, pero debo reconocer, y quizás sea uno de los defectos que posea, que en determinadas ocasiones, y a veces, quizás no en las más adecuadas, pienso demasiado en todos los aspectos, en tiempo y cantidad; Si de un dibujo animado se tratase, seguro que me saldría humo por las orejas de la hiperactividad neuronal que en esos momentos se debe estar produciendo en mi cerebro, pero soy así, pienso demasiado, y últimamente, mientras más gente haya a mi alrededor, antes busca mi mente cerrarse en sí misma si no encuentra forma de evadirse por otros medios más comunes, por decirlo de alguna manera (charlando de cualquier tema suficientemente entretenido, intentando ver una televisión si está encendida, buscando alivio en algún libro)

Cuando era pequeña y veía algunas películas, siempre que salía algún pensador o artista, me llamaba la atención que todos decían lo bien que les sentaba y les ayudaba a superarse el estar solos y buscar lugares y formas de meditación para inspirarse; Ahora estoy empezando a entender esa necesidad de encontrar un hueco para sí, el dedicar ratos a pensar en temas que influyen profundamente en la vida de cada persona... No sé, quizás, dentro de lo madura que pueda considerar a mi mente, ahora por varias circunstancias ha vuelto a tomar otro matiz de madurez, aunque todavía no sé, si como las manzanas, a llegado a su punto exacto de recogida, o debe seguir en el árbol tomando consistencia.

Lo cierto es que mi mente se ha vuelto un pelín más caprichosa a la hora de analizar cada cosa que le pasa, pensamientos, ideas, recuerdos... parece el procesador nuevo de un ordenador antiguo, de forma que los datos se están reagrupando, y es cierto lo que dicen que cuando le das tiempo a tus pensamientos, estos parecen cambiar, aunque también es cierto, que cuando te acostumbras a tanto silencio, la noción del tiempo también parece cambiar, y la percepción de ambos, de forma que llegas a escuchar el silencio entre el ruido, y pero también a escuchar al propio silencio cuando sólo existe él...

En fin, no me siento ni más lista ni más tonta, sólo siento cambios, y no sé a dónde llegará esta cabeza con tanto indagar en el mundo de la meditación, pero sí es cierto que puedo sacar algunas conclusiones claras, y es que el hecho de pensar te ayuda a tener varios puntos de vistas, no impide el dolor, y que el tiempo pasado, por mucho que lo recordemos para analizarlo, va a seguir igual, y no podemos condenar al futuro con incógnitas que jamás se sabrán, pues el reloj seguirá avanzando lentamente, pero es un juez implacable que no te concederá ningún segundo extra en la vida para repetir hechos que ya sólo pueden servir para intentar madurar una mente que, por desgracia o suerte, le encanta ser hiperactiva.

viernes, 12 de febrero de 2010

Las palabras son mentiras

Quizás sea una exageración afirmar que casi la mitad de las cosas que se dicen y prometen son mentira, pero meditando tras un fin de semana frío y lluvioso, sentándome junto a una estufa y cerrando los ojos al entrar en calor, podía ver como si fueran estractos de una película antiguos recuerdos de conversaciones, intentando buscar en el presente algún vestigio de lo que en su día se dijo, rememorando tantas y tantas promesas de amistad, escuchando como un eco frases hechas que en su día me llegaron al corazón, y hoy no son más que simples letras que se las llevan las mareas del tiempo.

Mentiría, ya que hablo de mentir, si dijera que yo jamás he pronunciado tales promesas, porque así lo he hecho, y es posible, y acepto mi culpa, que en alguna ocasión no la haya podido cumplir. Eso sí, mentiría también si dijera que cuando he mantenido mi promesa, ya que hablo de promesas, el que otros no hayan cumplido su palabra me ha obligado ha romper la mía propia.

Ya lo dice la frase: De palabras se llenan los libros, y de hechos se quedan vacíos,; hablar es tan fácil, lo complicado es guardar silencio, puesto que nadie obra mal hablando y prestando su ayuda, pero las ayudas de un minuto para después olvidar no sirven de nada, y es que nadie tiene que hacer un escrito ante notario para prometer ayudar y dar ánimos y consejos, lo que sí se tiene que hacer es de verdad demostrar esa ayuda, acudir sin que lo llamen, llamar sin que le avisen, y dar una abrazo sin que lo pidan.

jueves, 11 de febrero de 2010

La locura a veces es buena

La de giros que da la vida, y como suele decirse, en caliente las cosas no pueden pensarse, lo mejor es ir dejando enfríar las ideas, de forma que, al estímulo adecuado, salte la chispa que indique cuál puede ser el mejor camino a seguir, que a veces, puede surgir de la idea más remota y diminuta que teníamos en la cabeza, la típica idea que aparece de repente, y desechamos a los pocos segundos porque nos parece una locura enorme, pero es que muchas veces grandes hechos de la humanidad se han desencadenado por pequeñas locuras, y referente a la vida personal, esas locuras pueden ser una solución a muchos problemas.

No quiero precipitarme a pensar, o a tomar una decisión sin tener todas las cartas sobre la mesa, no quiero seguir al conejo blanco y perderme en un País de las Maravillas sin salida, si debo visitar dicho país, al menos, espero encontrarle alguna salida, que las locuras están bien, pero no deseo terminar con la cabeza cortada por la reina de corazones, y que eso no tenga después solución ninguna, pues demasiado doloroso es pensar con tantas cosas a cuesta, para después encontrar un futuro más doloroso todavía, aunque claro, el don de la adivinación, por suerte o desgracia, no lo poseo.

Otra cosa de este tipo de locuras es que la discrepción lo es todo, si proclamas tu idea a los cuatro vientos, sólo puedes conseguir que se convierta en una aburrida idea que muchos pueden intentar copiar, consiguiendo que, además de un enojo tremendo, no consigas llegar a tu meta.

En resumen, los dos puntos claves son:
1. Locura controlada
2. Locura silenciosa

miércoles, 3 de febrero de 2010

Toma de decisiones

Llegado a un determinado punto del camino, cuando éste se divide en dos, te encuentras justo en la mitad, sin saber hacia cuál dirigirte, sin saber, además, si ese camino es el indicado, el correcto, o el que al menos tiene un final conocido y placentero.

Las horas pasan y se transforman en días, los días en semanas, y allí, sentada sobre un frío suelo, voy mirando alternativamente cada camino, sin saber qué decidir, pues era tan remota la posibilidad que esa sucediera, que me había agarrado a una esperanza que me ha dejado caer el vacío sin nada que me sustente, y al dar contra la dura realidad, he visto esos dos caminos que ahora se abren ante mi...

Un camino, que a veces parece que se pierde, me lleva lejos, y el otro, que también se desvanece a ratos, me lleva hacia atrás, pero no veo nada ni siento nada que me diga cuál es el mejor para mi, si introducirme en la neblina de la lejanía, o coger la alternativa de regresar hacia atrás, sabiendo, eso sí, que quizás al tiempo vuelva de nuevo a ese punto de inflexión con más dudas y temores.

martes, 2 de febrero de 2010

La nada

Lo malo de la ilusión es cuando aparece la fría realidad y lo explota todo como una pompa de jabón, desvaneciendo esa traslúcida esperanza y rasgando hasta el interior, haciendo que en breves segundos, la alegría se transforme en una sensación de impotencia extrema y de debilidad absoluta, convirtiendo hasta al duro suelo en una superficie inestable, alrededor de la cual, todo parece dar vueltas, y otra vez, las manecillas del reloj parecen sonar pesadas en mi cabeza, sentenciando a cada pensamiento, castigándome por creer que la buena suerte en algún momento se pondría de mi parte...
Todo parece girar, y a la vez, estar quieto, y es que de repente, la nada ha vuelto a ocupar mi camino, y me obliga a volver a caminar a ciegas sin saber dónde está el final, oculta mis pensamientos y aviva mis temores, sólo espero que esta vez, pueda terminar de vencerla.