sábado, 28 de septiembre de 2013

Maldita realidad


El deja vù no es una pura sensación irreal, es la realidad en su sentido más cruel, pues el hecho de volver a sentir algo como si ya se hubiese vivido es cierto, así son las malas experiencias, el bucle incesante de la vida que te enseña que por muy ancho que sea su trazado, no debes olvidar que el final es el inicio, y que si no aprendes a que las cosas, lamentablemente, son así, volverás a llorar y a verte de nuevo en la cueva de la que nunca debiste salir.

Cada vez odio más a la luz, pues dejo que toque mi rostro y me ciega, para así poder hacerme daño de nuevo… Debería no considerarme ser humano, si no una especie de animal imbécil que siempre vuelve a caer en la misma roca, con el paso del tiempo debería haber aprendido a ser más fuerte, como una roca, para evitar ayudar cuando otros lloran, porque en el momento que seco sus lágrimas, desaparecen de mi vida para recordarme que sigo siendo ese animal torpe que, seguramente por ser como soy, sólo es recordado cuando hay un problema.

Deseo arrancarme el centro de los sentimientos, para así no sentir pena ni alegría, pues cuando aflora el entusiasmo, a continuación vuelve el dolor a destrozarlo todo, a ahogarlo en sus lágrimas, y a devolverme a la maldita realidad.


sábado, 14 de septiembre de 2013

Buscando la inspiración

Es extraño y perturbador cuando quieres hacer lo contrario a lo que, involuntariamente, tu mente hace sin consultar ni preguntar, parece que nunca va a aprender y vuelve a caer en lo mismo... Ilusa, yo creía que las neuronas se habían endurecido, que sus pequeñas conexiones se habían forjado más fuerte y sólo para las tareas mecánicas de la vida, sin opción a nada más, anulando la ilusión y los sueños...

Es complicado querer escribir sin tener inspiración, sin encontrar un camino qué seguir o mostrar, miro a mi alrededor y nada parece despertar esa pequeña llama que enciende a la creatividad; seguramente debería mirar dentro de mi, buscar en los recuerdos recientes, que aunque son agradables, deben quedarse almacenados, ocultos en algún rincón para que no dañen la estabilidad.... En ellos podría encontrar una fuente importante, pero como una vela, a la vista su llama es hipnotizadora, pero si la toco me quemo, como en otras tantas ocasiones. Miro mis manos con las cicatrices, mi corazón desea latir pero se lo prohibo, lo tengo encerrado en una caja y amenazado para que no haga ruido, mis ojos son de color eterno rojo de llorar, y las lágrimas, las únicas que parecen no agotarse, intentan no desbordarse, ahogándome por dentro.

La inspiración puede presentarse o buscarse, pero en ambos casos, me parece peligroso, pues la búsqueda puede ser mortal para los sentidos, y que se presente puede terminar de romper los pequeños hilos que me mantienen deambulando como una marioneta, notando el sol sin sentirlo, viendo la luna sin verla.

¿Dónde estará aquello que pueda despertar de nuevo mi alma? Mentiría si dijera que recientemente parece que ha revivido levemente, pero me siento con ella delante de la mesa y la máquina de escribir y, aunque sé que le duele, sabe que es verdad lo que le digo, que no debe soñar ni hacerse ilusiones, que esa inspiración que ha aparecido es sólo una imagen más, no es el camino ni la va a ayudar a salir de la cueva... Ella llora, y yo con ella, abandonando a la máquina de escribir, sin poder teclear nada, dolidas y rotas; a fin de cuentas, somos la misma persona, el mismo camino perdido, la misma oscuridad y la misma vida sin sentido que sólo busca una inspiración...