Las horas pasan y se transforman en días, los días en semanas, y allí, sentada sobre un frío suelo, voy mirando alternativamente cada camino, sin saber qué decidir, pues era tan remota la posibilidad que esa sucediera, que me había agarrado a una esperanza que me ha dejado caer el vacío sin nada que me sustente, y al dar contra la dura realidad, he visto esos dos caminos que ahora se abren ante mi...
Un camino, que a veces parece que se pierde, me lleva lejos, y el otro, que también se desvanece a ratos, me lleva hacia atrás, pero no veo nada ni siento nada que me diga cuál es el mejor para mi, si introducirme en la neblina de la lejanía, o coger la alternativa de regresar hacia atrás, sabiendo, eso sí, que quizás al tiempo vuelva de nuevo a ese punto de inflexión con más dudas y temores.

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