Quizás sea una exageración afirmar que casi la mitad de las cosas que se dicen y prometen son mentira, pero meditando tras un fin de semana frío y lluvioso, sentándome junto a una estufa y cerrando los ojos al entrar en calor, podía ver como si fueran estractos de una película antiguos recuerdos de conversaciones, intentando buscar en el presente algún vestigio de lo que en su día se dijo, rememorando tantas y tantas promesas de amistad, escuchando como un eco frases hechas que en su día me llegaron al corazón, y hoy no son más que simples letras que se las llevan las mareas del tiempo.
Mentiría, ya que hablo de mentir, si dijera que yo jamás he pronunciado tales promesas, porque así lo he hecho, y es posible, y acepto mi culpa, que en alguna ocasión no la haya podido cumplir. Eso sí, mentiría también si dijera que cuando he mantenido mi promesa, ya que hablo de promesas, el que otros no hayan cumplido su palabra me ha obligado ha romper la mía propia.
Ya lo dice la frase: De palabras se llenan los libros, y de hechos se quedan vacíos,; hablar es tan fácil, lo complicado es guardar silencio, puesto que nadie obra mal hablando y prestando su ayuda, pero las ayudas de un minuto para después olvidar no sirven de nada, y es que nadie tiene que hacer un escrito ante notario para prometer ayudar y dar ánimos y consejos, lo que sí se tiene que hacer es de verdad demostrar esa ayuda, acudir sin que lo llamen, llamar sin que le avisen, y dar una abrazo sin que lo pidan.
Mentiría, ya que hablo de mentir, si dijera que yo jamás he pronunciado tales promesas, porque así lo he hecho, y es posible, y acepto mi culpa, que en alguna ocasión no la haya podido cumplir. Eso sí, mentiría también si dijera que cuando he mantenido mi promesa, ya que hablo de promesas, el que otros no hayan cumplido su palabra me ha obligado ha romper la mía propia.
Ya lo dice la frase: De palabras se llenan los libros, y de hechos se quedan vacíos,; hablar es tan fácil, lo complicado es guardar silencio, puesto que nadie obra mal hablando y prestando su ayuda, pero las ayudas de un minuto para después olvidar no sirven de nada, y es que nadie tiene que hacer un escrito ante notario para prometer ayudar y dar ánimos y consejos, lo que sí se tiene que hacer es de verdad demostrar esa ayuda, acudir sin que lo llamen, llamar sin que le avisen, y dar una abrazo sin que lo pidan.
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