Lo malo de la ilusión es cuando aparece la fría realidad y lo explota todo como una pompa de jabón, desvaneciendo esa traslúcida esperanza y rasgando hasta el interior, haciendo que en breves segundos, la alegría se transforme en una sensación de impotencia extrema y de debilidad absoluta, convirtiendo hasta al duro suelo en una superficie inestable, alrededor de la cual, todo parece dar vueltas, y otra vez, las manecillas del reloj parecen sonar pesadas en mi cabeza, sentenciando a cada pensamiento, castigándome por creer que la buena suerte en algún momento se pondría de mi parte...
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