¿Quiénes somos en realidad? Parece una pregunta sencilla, fácil de responder por muchos, pero en el fondo, todos sabemos que no es así, que en muchas ocasiones nos hacen dudar de nuestro verdadero yo, arrastrándonos hacia un sin fin de dudas...
¿Cómo ver esa realidad? La percepción nos juega malas pasadas, nos hace creer que vivimos situaciones que incluso podemos planificar, nos ofrece un futuro esperanzador, cálido, que nos hace pensar que por fin las cosas van a mejorar y que la vida se digna a volver a sonreírnos y brindarnos otra oportunidad para vivir lo que otros viven, para sentir los que otros sienten, y por una vez, no estar ocultos en una fría gruta... pero como ya he dicho, es todo una falsa imagen creada por la debilidad de nuestra alma en volver a creer en que todo va a ir bien, hasta que de repente, se cortan los hilos que nos mantenían en pie, cayendo en el profundo precipicio que nos lleva a la auténtica realidad: No había nueva oportunidad, no había nueva esperanza, simplemente, no había nada nuevo, y lo peor es que ya lo sabíamos, de alguna manera, siempre ha sido así; Nos miramos frente a un espejo, y sólo vemos trozos de lo que somos, imposibles de unir, imposibles de ver bien, salvo las lágrimas que juegan en nuestras mejillas, la cara de imbécil al pensar qué cómo era posible que las cosas fueran a cambiar, si pese a intentar cualquier cambio, la suerte ya abandonó esta alma hace siglos, que una vez más, se armó de confianza, y una vez más, la rompieron sin piedad...
¿Qué somos? ¿Qué nos lleva a confiar sabiendo que nos van a hacer daño? ¿Se refleja en nuestra cara la facilidad con la que se nos puede romper pese a poner mil barreras por delante? ¿Por qué soñar con las sensaciones que parecen tan comunes para el resto de las personas? ¿por qué nunca cambiará la suerte y se dignará a sonreírnos en algún momento?
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