Todos hemos oído o leído, alguna vez en nuestra vida, el cuento del patito feo; versiones más cortas o versiones más largas, pero con el mismo mensaje, el de un patito gris y feo que era despreciado por los demás patitos, que eran amarillos y bonitos. El patito lo pasó muy mal, hasta que poco a poco, fue cambiando sus plumitas grises por grandes y hermosas plumas blancas, y su cuello se alargó elegante y fino; finalmente, el patito se convirtió en un hermoso cisne blanco, cuya belleza era superior a la del resto de los patos.Quizás esta historia siempre ha surgido cuando de pequeños hemos tenido algún problema, haciéndonos esperar a que de mayores se producirá un cambio tan radical, que todo cambiará para mejor. Pero... ¿Qué pasa si nunca llegas a ser cisne?
Muchas veces soy ese patito gris que nunca llegará a tener sus plumas blancas, mirando en el espejo un reflejo, que por más que intento cambiar, se niega a ser un cisne... pero no sólo por fuera, por dentro sigo siendo ese patito, no puedo ofrecer tanto cariño como otros, no soy tan buena como los demás, soy aburrida y gris, sin gran cosa que ofrecer, ando por el bosque dejando una hilera de huellas, que al no tener quien las siga, el tiempo poco a poco borrará, y lo que antes fue un recuerdo, lentamente se olvidará...
Muchos patitos crecen y consiguen sus alas, otros siguen siendo grises, y hagan lo que hagan, nada los cambiará...
Su nacimiento fue fruto de la casualidad, ya que el primer personaje de Disney fue el conejo de la suerte Oswald, que para solucionar problemas legales de derechos se acabó transformando en un ratón. Con el boceto de Oswald en mente, el célebre artista, junto al animador Ub Iwerks, desarrolló la idea para dar forma al roedor, aunque fue éste último quien lo dibujó por primera vez.
Después de 80 años, este ratón sigue cautivando tanto a los niños, como a aquellos que ya son mayores, pero siguen teniendo ese espíritu infantil y entrañable que representa Mickey Mouse, es como el niño que nunca va a creer en nuestro interior y que permite que disfrutemos más de la vida, pues entre tantas responsabilidades de adultos, también hay que tener tiempo para soñar y pensar como lo hacíamos de pequeños, recordando personajes como este ratoncito.
